Febrero iniciando y sus nostalgias

Por aquel tiempo feliz y analógico en el correr de los años 70 y 80, iniciar febrero era adentrarnos en la mitad del año escolar en la primaria y en los estudios de bachillerato o secundaria. Era como el medio tiempo de un juego de basket (el clásico, a dos tiempos) o el de una buena caimanera de futbolito, de dos tiempos de veinte minutos, cada uno.
Al comenzar ese mes, los estudiantes podíamos avizorar los 5 meses todavía faltantes de clases, hasta llegar a julio, y ya cursados los primeros 5 desde el comienzo del periodo escolar en el año anterior, contados a partir de mediados de septiembre. En suma: un total aproximado de 10 meses de clases por cada año de estudios.

Gélidos Diálogos en el Trópico
Y por aquellos días de febrero, bien temprano en la mañana, se sentía aún el frío de la brisa y del tradicional “pacheco” postdecembrino. Los más madrugadores en los tiempos de la primaria -que desde antes de las 630am ya estaban en el colegio- recordarán lo divertido y surrealista que eran aquellas conversas acompañadas de una blanca humarada o neblina, que literalmente envolvia nuestras frases y palabras, cual gélidos diálogos en La Floresta, Caracas, y en un país tropical como es Venezuela. ¡A mundooooo!, a decir de un barquisimetano.
Tan polar efecto se disipaba antes del inicio de las clases (a las 7am y puntualisimo), cuando ya el sol calentaba los amplios predios del Colegio Santiago de León de Caracas.

Momentos cruciales
En Febrero, se daba inicio al segundo tiempo del gran partido académico y estudiantil: el de nuestros estudios en el CSLC. Era una instancia determinante para obtener las aprobaciones de las materias en curso, de lograr pasar “lisos” de grado, de poder mantenernos como estudiantes del Santiago. (Todo un reto y un camino pleno de exigencias en aquellas, nuestras infantiles y preadolescentes vidas).

Se fueron de imprevisto. A veces por largo tiempo…es el caso de muchos santiaguer@s, que, especialmente en la etapa primaria, aunque también por los tiempos de la secundaria, tuvieron que dejar el colegio, que cambiarse a otra institución educativa.

Y esto por razones diversas: el mudarse de casa o domicilio, un cambio de ciudad o país como nuevo lugar de trabajo de sus padres. A veces, por razones de rendimiento académico, (ello en vista del alto nivel de exigencia en el CSLC ya referido) o por temas de “mal comportamiento”, como el caso de los talantes inquietos, desmesurados, “irremediablemente revoltosos”. (El orden y la disciplina, recordemos, sellos siempre distintivos del devenir formativo del Santiago).

Pero razones y motivaciones aparte, lo común en nuestro sentir de estudiantes fue el extrañar al santiaguero, la santiaguera, que debió partir del colegio, ese compañer@ que no volvimos a ver más de la noche a la mañana, ni en los recreos, ni en la cantina, ni en el aula de clases. Y esto muchas veces sin despedida alguna. De seguro fueron ellos los primeros sorprendidos por tener que dejar su querido lugar de estudios y de colegiales experiencias llenas de sentido vital y de pertenencia, de valiosos aprendizajes para sus jóvenes existencias.

La fuerza de los buenos recuerdos
De allí que a tantos les pasaria que jamás dejaron del todo al colegio, ni a nosotros, sus compañeros. Y todo por la fuerza de tantos buenos recuerdos, las siempre indelebles vivencias santiagueras: los infaltables juegos a la hora del recreo, las carreras en su amplio patio, el hacer parte de las “fiebres” o temporadas de trompo, yoyo, perinola, salto de cuerda, los yaquis, la liga, las caimaneras varias, la natación, el basket en el gimnasio cubierto, la pelotica de goma, el incesante intercambio de barajitas del álbum de cromos del momento, la degustación de exquisiteses caseras en las célebres “Comilonas” de la etapa primaria, y ese largo etcétera de actividades e intensos momentos de compartir en los diversos espacios físicos y emocionales, de nuestro CSLC.

Presencia en el Chat
De hecho en este animado Chat que coordina la popular y siempre dinámica Alexandra “Negra” Rivas (5to año C, promo 83 del CSLC), nos sorprende, y anima reencontrarnos con vari@s de ell@s y disfrutar su participación, buena vibra y talante santiagueros. Con ell@s compartimos gran cantidad de experiencias, travesuras, dinámicas de estudio o de “partos” y raspazones, etc, en variados momentos de la primaria y de la etapa secundaria.

Parece que fue ayer que conversamos con esta, con aquel, que juntos jugamos al yoyo, al ajedrez, las damas chinas o a la perinola, mientras esperabamos la llegada del transporte, el segundo viaje sobretodo, que a algunos regresaba a buscarnos una hora después de sonado el timbre de la “hora de salida”, ese momento en que iniciaba el llamado por los altavoces del colegio y podían escucharse los apellidos de varios de estos santiagueros que en algún momento se fueron de imprevisto, a veces por largo tiempo…¡y muchos quedaron gratos en el recuerdo!.

Y hoy parece que escuchamos esos llamados a través de la espesa bruma del tiempo transcurrido…

“…Castillo, Salas, Lecusai, Velasco, Pilo, Estrada (“El Arepologo”), Maximovich, Wulf, Christiansen, Toro, Manzo, Carvallo, Feaugas, Castellanos, Hermoso, Recao, Escobino, Salas, Essis, Yujaz, Rosenberg, Romaguera, Castillo, Gonzalo…” entre otr@s tant@s que compartieron con nosotros un valioso espacio de nuestro devenir santiaguero.
Y ustedes, ¿a quiénes recuerdan?…

…¡gran abrazo mundial, transcontinental, santiaguerooo!.

Wadim Briceño G. (5to. Año “A”, promo 83, CSLC) Febrero 5, 2022.